Érase una vez un chaval normal y corriente que se hallaba en plena adolescencia. Este chaval podría catalogarse como pringao, pues siempre le habían dicho que tenía que ser buena persona, estudiar y labrarse un porvenir. Además este chico no tenía un físico demasiado desarrollado, lo que hacía que, potenciales abusones o listillos se metieran con el de forma más cómoda que con otros de sus compañeros. A pesar de todo esto, la persona de la que os hablo era consciente de sus limitaciones e intentaba por todos los medios cambiar y dar un giro a su vida que le volviera más “respetable”. En ocasiones incluso hacía cosas malas, que en el fondo no le gustaba hacer, por el simple hecho de sentirse más integrado.
Pues bien, en cierto momento nuestro protagonista tuvo la necesidad de comprarse una chaqueta nueva para usar de diario, pues la que llevaba hasta ahora ya había quedado vieja y desgastada. Cierto es, que hasta ese momento nunca había tenido un interés grande por su propia estética o forma de vestir que fuera más allá de la pura corrección.
Un día, al pasar por el escaparate de una tienda en la que compraba de vez en cuando, se fijó en una prenda que nunca había visto antes. Muy probablemente la habrían traído hace muy poco. Se trataba de una chaqueta corta, o más conocida como cazadora de bastante abrigo. Era de color verde-azulado oscuro con zonas y detalles color beis o crema. Tenía elásticos a juego tanto en cuello como puños y cintura, aparte de enormes bordados con el símbolo de la marca delante y detrás.
El joven quedó fascinado tanto por la apariencia como por la calidad de la prenda (costuras dobles, botones personalizados, etc). Cuando se la probó observó con satisfacción que le quedaba como un guante; le llegaba justo a la cintura y por la forma de la prenda producía la impresión de tener un cuerpo fuerte y musculoso. Se la compró en ese mismo instante y al cabo de una hora ya la llevaba puesta enormemente orgulloso.
Hasta aquí, nada extraño ni digno de mención. A todo el mundo le gusta estrenar ropa y más si estéticamente te agrada y vas cómodo con ella.
Recordad que aquel chico seguía empeñado en ganarse respeto y conseguir una personalidad fuerte y decidida por medio de hacer cosas que socialmente eran reconocidas.
Al poco tiempo de estrenar su flamante cazadora nueva ya empezó a percibir que algo estaba cambiando. No sabía exactamente qué ocurría, hasta dudaba de sí mismo y a veces pensaba que esta sensación solo estaba dentro de su cabeza. Eran pequeños detalles, miradas, aptitudes casi imperceptibles en el trato con la gente. Pero el caso es que se sentía mejor. De repente, como que la vida era más amable con él…
Esta sensación le hizo ir ganando algo de confianza. Y cuanta más confianza ganaba más feliz se sentía porque mejor le iban las cosas. Sin darse cuenta comenzó a caminar más despacio, más erguido y orgulloso. Con la cabeza bien alta y sin miedo a casi nada. Sus pasos se hicieron más largos y potentes y el respeto que tanto ansiaba comenzaba a llegar de forma clara.
Pero, ¿qué es lo que desencadenó toda esa serie de capacidades?, la persona seguía siendo la misma por tanto debía ser un factor externo el que habría propiciado esta circunstancia.
La clave la descubrió el chico de forma casual un día cualquiera al volver a casa desde su lugar de estudio. Iba andando orgulloso con la mochila a un lado cuando se cruzó con dos muchachos más o menos de su edad y con “pinta de duros”. Estos dos se fijaron en la cazadora del chico y se quedaron observando la gran A que llevaba en la espalda como símbolo de la marca. Nuestro protagonista según se alejaba de ellos alcanzó a escuchar la exclamación de uno de ellos ¡ahí va tío mira, una Alpha!
Este simple comentario, junto a la admiración de esos chavales le hizo recapacitar. De repente, como un fogonazo lo vio todo claro. Al llegar a su casa trasteó un poco en revistas y libros, consulto internet y… ¡Voilá!
Como muchos ya sabréis (y si no lo sabéis os lo digo yo), Apha Industries es una marca muy utilizada por grupos radicales y extremistas tanto de derecha como de izquierdas (los más famosos son los skinheads socialistas, más vinculados a la ultraderecha, pero también tenemos a anarquistas y otras ideologías de izquierdas como los S.H.A.R.P.)
Es decir, que todo lo que hasta ese momento había vivido nuestro protagonista era únicamente consecuencia de una imagen. De una sugestión. Una sugestión colectiva que hacía a la sociedad respetar a una persona que llevaba una marca relacionada con actitudes peligrosas. La ambigua posibilidad de estar relacionado con ese tipo de ideas extremistas de alguna manera producía esa sugestión que se traducía en el cambio de vida de nuestro amigo.
En un primer momento el protagonista de la historia se sintió estafado a sí mismo. Pues al fin y al cabo era todo una mentira. ¿O tal vez no? Razonando un poco no tardó en darse cuenta de que la gente más próxima a él seguía respetándole y no sólo cuando llevaba la cazadora. Por tanto en el fondo y la forma de su vida algo realmente había cambiado.
Gracias a esa cazadora había aprendido una valiosísima lección. Una forma de ver la vida lejos del temor o la vergüenza perpetua. Sin darse cuenta, la protección que sentía al llevar esa prenda se extrapoló también a cualquier otro momento. Y así empezó a recorrer un camino…
El camino del pringao.
Desde que ocurrió esa historia, verdadera o no, hasta la actualidad, nuestro amigo descubrió muchas experiencias, vivió muchas situaciones y aprendió sin descanso.
Ahora ya no tiene nada que ver con aquel pringao que buscaba una chaqueta nueva sin mucho entusiasmo. Sin embargo, aunque las cosas hayan cambiado, siempre guardará en su armario con tremendo cariño ese trozo de tela inerte como símbolo del cambio hacia una nueva vida.
Los denominados S.H.A.R.P. que luchan contra los prejuicios raciales, también son skinheads y de ahí provienen las primeras dos letras de la sigla Skin-Heads. Hasta donde sé, no tienen una ideología política definida aunque algunos comparten un mayor interés por las posiciones anárquicas. También cabe destacar que este grupo surge en la metrópoli principal del país emblemático del capitalismo actual; estoy hablando de la ciudad de Nueva York, para muchos «la capital del mundo».
Habría que ver si en la ex unión soviética o en la alemania nuevamente unificada se formó una agrupación análoga a este movimiento neoyorkino con ideas socialistas más marcadas, o tendientes al socialismo.
La marca es norteamericana y contiene en sí toda una ideología y concepción del mundo en la que prevalece la visión del imperio yanqui. En Alemania y Japon al igual que en la actual Rusia difilcilmente vean con agrado usasr esta marca. Pero no lo he podido constatar hasta entonces.
Muy interesante tu historia. Mi gran curiosidad reside en saber si los fabricantes de la marca conocían toda esta teoría sobre el macho alfa o sólo se trata de una simple coincidencia.
Me pasó algo muuuuuuuuy similar, solo que Yo dejé las gafas por lentillas, las camisetas por camisas y las zapatillas deportivas por zapatos «elegantes»…
oajoajoa eres tu???
jajaja pues sip!!