A la hora de usar un método indirecto de seducción el concepto que vamos a tratar en este post es crucial para llegar al éxito de la forma más rápida posible.

Ya sabes que el método indirecto se basa en que la chica pretendida no tenga claro que nos gusta ni que estamos ahí para seducirla. Pero esta situación neutra no podemos mantenerla para siempre sino que llegará un momento en el cual necesitamos empezar a invertir porque de lo contrario el proceso se estancará y la relación que tienes con ella puede cambiar de rumbo y dirigirse hacia derroteros que no te interesan para nada.

Si recuerdas, cuando estuvimos hablando de las inversiones y de subir de nivel dejamos claro que si no inviertes cuando debes el proceso seductivo no avanza y si no subes de nivel cuando la chica te lo permite, ella se aburrirá y su estado racional tomará el mando de la situación (entre otros muchos efectos negativos). Pero un matiz importante es que eso sucede una vez que ya nos encontramos en una tendencia seductiva, o sea, ya hemos comenzado a invertir o ya hemos subido algún nivel anteriormente. El problema es que esa tendencia hay que iniciarla en algún momento, y ese momento será crucial para nuestra estrategia.

Por todo lo dicho hasta ahora, si nos mantenernos demasiado tiempo en un estado de “no interés”, de simple amistad o de relación casual la consecuencia principal será la aparición de un muro antisexo entre la chica y tú que resultará muy difícil de derribar a posteriori. Es decir, si te empeñas en ser demasiado correcto o respetuoso con la chica que te interesa, y mantener ese estado en el tiempo, entre ella y tú se levantará la barrera invisible de la que te hablaba antes y que te impedirá fuertemente el poder invertir con garantías. Evidentemente, dicha barrera es psicológica y te afecta sobre todo a ti a nivel mental, pero también a la chica como veremos a continuación.

Efectos sobre el chico

Los efectos sobre el chico de la barrera antisexo son  bastante variados pero todos se fundamentan en dos principales. Miedo a decepcionar a la chica e inseguridad. El miedo a decepcionar a la chica es un efecto muy curioso fundamentado en parte en nuestra educación y en parte en nuestra genética beta. Se basa en que, cuando estamos razonablemente bien con una chica (esto es, le caemos bien, nos divertimos con ella o simplemente nos parece simpática o amable) incluir en esa relación una componente sexual eliminará parte de ese bienestar. ¿Por qué? Porque las chicas cumplen con su papel y por experiencia todo chico sabe que cuando aparece siquiera una mínima posibilidad de tensión sexual las chicas se ponen tensas, nerviosas, cambian su forma de ser radicalmente, se alejan y/o la situación con ellas deja de ser cómoda. Eso a los chicos les hace sentir culpables de haber estropeado la conexión y la alegría que la chica mostraba con ellos, para, al fin y al cabo, no conseguir nada.

Sobre el otro efecto, la inseguridad, hay que decir que cuando la barrera antisexo existe todo lo que tiene que ver con el sexo, evidentemente, es rechazado. Esa falta de facilidad a un chico le hace pensar que la chica no está de ningún modo interesada sexualmente en él dado que ella no hace absolutamente nada que “invite” a invertir o subir de nivel.

Efectos sobre la chica

En la chica un trato distante, correcto y/o respetuoso induce a que aparezca y se mantenga su estado racional. Esto implica algo muy importante y es que, en principio, la chica no te va a considerar para sexo, ojo, no porque no le gustes, sino porque simplemente no te encuentras en disposición de dárselo. Y esto hay que explicarlo un poco más. Verás, las chicas a no ser que perciban un VALOR enorme en un chico (rico, famoso, modelo, etc) no le considerarán para sexo si está fuera de su alcance. Y ese estar fuera de su alcance significa, por ejemplo, ser un desconocido, tener un trato demasiado distante con ella, no llevarse bien o incluso ser un hombre de un entorno que ella nunca compartiría (por ejemplo un camionero).

Si ahora mismo estás pensando en que las chicas a veces tienen fantasías sexuales con desconocidos o con gente que efectivamente está fuera de su alcance, estás en lo cierto. Pero este tipo de fantasías son tan profundas y están tan enterradas en sus mentes que es prácticamente imposible que salgan del campo de la imaginación. Quizás un seductor increíblemente eficaz y experimentado conseguiría llegar a sacar esas fantasías a mujeres maduras y con un amplio bagaje vital y sexual, pero por ahora no es práctico que te centres en eso. Simplemente entiéndelo.

Por todo lo dicho hasta ahora ten claro que la transición es un momento que puede ser violento, incómodo o incluso desagradable en mayor o menor grado dependiendo de lo grande que sea la inversión que hagas. ¿Por qué? Pues aparte de todos los efectos psicológicos ya comentados para ambos sexos, a modo general podemos decir que, en la vida, todo cambio es traumático. Y las relaciones personales no iban a ser ajenas a esta realidad. Los seres humanos tenemos propensión a seguir una inercia y acomodarnos en una situación conocida. Cuando esa situación cómoda se ve alterada, aparecen efectos indeseables como nervios, tensión, ansiedad, miedo, etc.

Vale, pues exportemos esa idea a la seducción. Cuando tú abres de forma indirecta a una chica (abridores), enlazas adecuadamente y prosigues la conversación, tanto ella como tú estaréis a gusto. Ella se dejará llevar porque inconscientemente razona que “sólo eres un chico que por casualidad se ha puesto a hablar con ella y esa interacción terminará pronto”.  Tú estarás cómodo porque la chica se muestra abierta contigo y te sigue el rollo (ahora ya sabes que eso es así sólo porque todavía no existe tensión sexual). Pero enseguida se acerca el momento en que tienes que hacer la transición. Sabes que de no seguir esa secuencia te empezarás a adentrar peligrosamente en la zona “amiguitos” y ya sabes las dificultades que ello conllevaría en el futuro. Pues bien, el momento de la primera inversión es duro precisamente por esto, porque supone una ruptura con todo lo anterior y el advenimiento de una nueva situación; la situación en la cual le demuestras a la chica que de “amiguitos” nada. Estás ahí para fines más “complejos”. Y ya sabes lo que ocurrirá a partir de ese momento. A la chica de repente se le cortará el rollo, dejará de mirarte, responderá con monosílabos, etc. Estas reacciones son normales en ellas así que no pienses que por eso ya no le gustas. Simplemente está asimilando tu nuevo yo y su mente va a 200 por hora intentando valorarte lo antes posible (hasta ese momento sólo te había juzgado).

A partir de ahí es tu responsabilidad seguir invirtiendo y demostrando de esa forma tu nivel alfa (si eres más directo o si calibras que la chica es cañera o experimentada),  o bien relajar la tensión cambiando de tema o haciendo algún chiste en espera de volver a invertir más adelante (si eres más indirecto o calibras a la chica como tímida o impresionable).

NOTA: invertir no siempre significa obligatoriamente hablar de sexo o crear gran tensión sexual. Puede ser desde “¿y siempre llevas escotes así o sólo hoy porque estoy yo?”, hasta “me siento cómodo hablando contigo, tomemos un café”. Como ves, ambas expresiones implican un interés (que en una persona desconocida conlleva inversión), pero en diferente grado.

Por último. El momento de la transición es tan delicado que tienes que mantener una comunicación no verbal muy estudiada. Por supuesto debes evitar todo lo que demuestre inseguridad o nerviosismo (aunque lo estés experimentando por dentro). Necesitas exportar tranquilidad y control. Tiene que parecer que lo haces todos los días y que para ti es lo más normal del mundo. Tampoco es recomendable pasar al otro extremo, esto es, abalanzarte hacia la chica, no dejarla espacio, mirarla con demasiada agresividad o esbozar la famosa sonrisa del psicópata. Igualmente un error muy común es cambiar la entonación o la forma de hablar que usabas hasta ese momento. La transición ya es bastante cambio de por sí como para además escenificarlo con nuestra estética.

Ánimo.